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jueves, 21 de marzo de 2013

TAPAS PARA TIMBALES

Los que ya me conocéis sabéis que, junto a la afición por la carpintería doméstica, comparto la afición por la música.   En esta ocasión he podido conjugar ambas pasiones elaborando unas tapas para proteger los parches de los timbales.

La premisa fundamental ha sido conseguir que fueran unas tapas ligeras, por lo que he optado por tablero contrachapado de 10 mm.   Pero también hacía falta que la superficie en contacto con los parches fuera acolchada, por lo que elegí una capa de fieltro, intercalando entre la madera y el fieltro una capa adicional de goma eva, que añadía un plus de seguridad al contacto con la zona a percutir del instrumento.

El primer reto era conseguir unas circunferencias perfectas y del diámetro apropiado para cada uno de los cuatro timbales sinfónicos de que disponemos.   La primera opción fue la sierra de calar con un compás realizado al efecto, pero en mi caso al usar esta herramienta la hoja de la sierra siempre termina por perder la verticalidad.  Desde luego algo debo andar haciendo mal pero no encuentro remedio para este problema y el caso es que mi caladora también es Bosch y la hoja era nueva para la ocasión, con gran progresión de corte y todo lo necesario según la lógica.   Pero bueno, olvidemos eso de momento.   

Al final recurrí a la fresadora.   Para esta herramienta todavía no me he fabricado ningún útil para cortes curvos, pero esto se soluciona rápido con un retal de tablero.   Se atornilla la base de la fresadora al retal, una vez fijada la herramienta y con la misma fresa que se va a utilizar se hace un agujero pasante y ya sólo resta medir la distancia desde la parte interior del agujero para hacer las perforaciones donde fijaremos el tornillo que hará de centro de la circunferencia.   El resto es dar pasadas a distinta profundidad cuidando que el tornillo que hace de centro no se salga, por lo que recomiendo seguir la dirección de las manillas del reloj de forma que el tornillo cada vez se introduce más y no hay riesgo de escape.


Después de pasar la fresadora a las cuatro planchas de contrachapado ya tenemos los círculos para las tapas.   

Los más avezados ya habrán echado algo en falta ... la montaña de serrín que se genera fresando, parece mentira como puede salir tanto, pero es el peaje a pagar.   Además el suelo adquiere un brillo que ni el mejor fregasuelos.


Anduve mirando por internet cómo se podían rotular las tapas de forma rápida y sencilla.   La solución que encontré es ésta:   en el ordenador creas el rótulo, una vez que está a tu gusto se gira 180º para que se imprima del revés, vamos lo que se viene en llamar efecto espejo en algunas impresoras.   Se coloca con la parte impresa sobre el tablero, para lo que conviene fijarlo con cinta de carrocero para que no se mueva durante el proceso, y a continuación se aplica disolvente con un trapo, de forma que vaya mojando poco a poco el folio y vamos ejerciendo presión para que la tinta se vaya pegando en la madera.   De esta manera tan sencilla el rótulo se trasfiere del papel a la madera.   Aunque hay que ser generoso con el disolvente, tampoco hay que pasarse porque nos podemos  cargar el folio y terminar haciendo un pan como unas tortas.

Como se ve más abajo, al ir mojando el folio la transferencia ya queda del derecho.


En cuanto al tipo de impresora, probé a hacerlo con una impresora de chorro de tinta y no funcionó bien.   Sin embargo utilizando una impresora láser el texto se transfirió sin problemas, seguramente por el distinto tipo de tinta que usan, ya que en el primer caso se trata de tinta líquida y en el segundo es tóner.


Una vez que tenemos seguridad de que la transferencia se ha completado, se puede retirar el papel y dejar secar el disolvente que aun puede quedar en la madera.




Ya sólo queda proteger la madera con un buen barniz, que últimamente estamos haciendo muchos conciertos y estos trastos se llevan muchos golpes y arañazos.


Tras haber completado el trabajo de carpintería, estuve cabilando la mejor forma de cortar tanto la goma eva como el fieltro y al final lo solucioné fabricando OTRO COMPÁS.   Un simple listón al que agregué en un extremo una pieza para poder anclar un cutter, añadiendo otra pieza que sirviera para fijar el centro del círculo.   Como en el caso de la fresadora, los distintos diámetros se consiguen fijando el centro a distintas distancias, midiendo el radio desde la parte interior de la cuchilla del cutter hasta el centro.


Aunque no se aprecia muy bien en la foto, el cachivache tiene un rebaje en el que se aloja el cutter, evitando así que pueda moverse durante el corte.


Otro asunto a evitar era que la pieza del centro pudiera moverse durante el proceso.   Este inconveniente lo solucioné añadiendo esos clavos de cabeza perdida, de forma que, al situarlo sobre la goma eva y con una pequeña presión, el centro quedaba asegurado.


Y como muestra un botón, ahí está el compás funcionando a las mil maravillas.


A los más observadores tengo que darles la razón.   En efecto, la inclinación del cútter no permite cortar en el sentido de las manillas del reloj como había hecho con la fresadora, así que tuve que ir con cuidado de que el tornillo que garantiza el centro no llegara nunca a desenroscarse.   Tampoco fue tan difícil, sólo había que apretarlo después de cortar cada pieza para evitar cualquier posible susto.


El resto ya sólo era cuestión de adhesivo.   Pegamento de contacto en spray y hacer casar las piezas, como reza el refrán "cada oveja con su pareja".   Aunque fue necesario añadir la medida en pulgadas de cada tapa para que mis compañeros percusionistas las pudieran identificar mejor, por eso salen de otro tono.   El problema fue que, al hacer la transferencia después de haber barnizado, la falta de porosidad no permitió el correcto pase de la tinta, por lo que tuve que repasar los números con rotulador permanente y volver a barnizar para proteger la nueva impresión.

Y este es el resultado final del anverso y del reverso de las tapas.