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domingo, 5 de febrero de 2017

CONVERSIÓN LAMPARA DE TRABAJO DE NiCd A BATERÍA DE LITIO

Hace unos años llegó a mis manos la linterna de trabajo que veis desmontada más abajo.   Está pensada para usarla como luz auxiliar y mi idea es llevarla en el coche para alguna emergencia.   El problema es que se descarga con mucha facilidad, ya que lleva pilas de NiCd, y éstas ya han quedado obsoletas debido a la poca duración de su carga y a que, con el uso, cada vez cargan menos.   Así que lo normal es que cuando te haga falta te la encuentres descargada simplemente por el paso del tiempo.   Y por otro lado, también necesitan mucho más tiempo para completar la recarga de la batería (unas 8 horas según el fabricante).

Así que ha estado madurando desde entonces en un cajón.   Hasta hoy, un domingo de tiempo desapacible, en el que me he acordado de ella y he decidido reciclarla para intentar adaptarle una batería de Litio y su correspondiente módulo de carga.


En la foto anterior, con la linterna destripada se ve, a la izquierda de la placa, el hueco que ocupaba el antiguo paquete de pilas.   Originalmente llevaba tres pilas de NiCd de 1,3 voltios cada una, conectadas en serie, lo que ofrecía un voltaje total de 3,6 voltios, anunciando el fabricante una intensidad de 2000 mAh.


La idea es sustituir ese paquete de tres pilas por la que se ve más abajo, una pila 18650, reciclada de una batería de portátil en desuso.   Esta pila ofrece 3,7 voltios, y normalmente nunca están por debajo de los 2000 mAh.   Así que resulta óptima para este cambio.


Podría haber usado igualmente una batería reciclada de algún viejo Smartphone, que también suelen ofrecer 3,7 voltios, pero estas baterías no tienen tanto amperaje, por lo que su duración de uso sería menor y, ante una emergencia cuanto más tiempo de luz me pueda ofrecer la linterna mejor.





Y añadirle un módulo de carga, ya que estas pilas no pueden recargarse con un cargador convencional.

En concreto utilizaré el que veis junto a la pila, y que también reproduzco a continuación, que controla el proceso de carga de acuerdo con las exigencias de este tipo de baterías, vigilando además que no se produzca un exceso de carga y que, como novedad frente a los antiguos módulos, además vigila el proceso de descarga, ya que las baterías de Litio no deben agotarse por completo.

Aunque no se ve muy bien, en la parte de abajo tiene 4 salidas para cables.   En la foto, de izquierda a derecha, se pueden ver:
   
     OUT- (la salida hacia el polo negativo del aparato que queremos alimentar)
     B- (la salida hacia el polo negativo de la batería)
     B+ (la salida hacia el polo positivo de la batería)
     OUT+ (la salida hacia el polo positivo del aparato que queremos alimentar)


Mucho ojito, cuando compréis estos módulos comprobar la serigrafía, no vaya a ser que cambien de lugar las conexiones y queméis vuestro módulo cargador.





Pues nada, lo dicho, a las salidas OUT+ y OUT- se sueldan los respectivos cables que van hasta la placa y en las salidas B+ y B- se sueldan los cables que van a la batería.   Aunque parezca una obviedad no me cansaré de repetir que ES NECESARIO RESPETAR LAS POLARIDADES.

En ese sentido, atención a las pilas recicladas pues no suelen traer serigrafiados los polos.   Si ponéis atención, en estas pilas el polo positivo se corresponde con el extremo que muestra un rebaje a su alrededor.   Pues bien, este rebaje indica que el extremo de la pila más cercano al mismo es el positivo.

Y de nuevo mucho ojito.   El positivo es sólo la pequeña porción metálica que queda al descubierto en ese extremo.   El polo opuesto es el negativo, pero también es polo negativo toda la carcasa de la pila, o sea todo el lateral de la pila, incluso el rebaje.   Por lo que hay que tener especial cuidado en no dañar el recubrimiento plástico de las mismas porque estaríamos dejando al descubierto el polo negativo de la misma en una zona que puede resultar inconveniente.

Puesto que una imagen vale más que mil palabras, a continuación repito la foto anterior para que lo veáis de forma gráfica.



Aquí se ve como salen los cables desde el módulo hasta la placa de la linterna, y por otro lado desde el módulo hasta la batería.



Y aquí se ve cómo quedará todo acomodado una vez esté cada cosa en su sitio.


A la batería le añadí un trozo de cinta aislante por seguridad, ya que tenía un pelado en el lateral por el que se podía ver la carcasa metálica de la batería, y como ya he comentado toda esta carcasa es el polo negativo de la misma, por lo que hay que prevenir cualquier posible cortocircuito.



Puesto que la pila ahora ocupa menos espacio que las anteriores, he añadido unos trozos de esponja para que la sujeten y no vaya moviéndose dentro del hueco, ya que el movimiento podría hacer que llegara a soltarse alguna soldadura.



Y por fin, todo montado en su sitio.   A las soldaduras de la pila les añadí un poco de silicona caliente, para reforzar la unión.   El módulo de carga también va pegado con esta silicona, y al mismo se le puede conectar el macho micro-usb de cualquier cargador de móvil, para lo que le hice un agujero de 10 mm a la carcasa de la lámpara.



Antes de cerrarlo, comprobé el buen funcionamiento del módulo tal como lo acredita el piloto rojo de carga.



Así que, una vez comprobado que todo funciona correctamente, se cierra todo con sus correspondientes tornillos.


Por cierto, le abrí un pequeño agujero de 3 mm, más o menos a la altura donde queda el led indicador de carga del nuevo módulo, para poder comprobar el proceso visualmente, tal como se aprecia en la foto siguiente.



Y una vez cargado se aprecia como el color pasa a azul.   Carga completada.



Y ya está.   La lampara de trabajo como nueva, con mayor autonomía, recargable con cualquier cargador de Smarphone (o una Power Bank o adaptador desde el propio auto) y funcionando a la perfección.   De escándalo.


Pero aun más escandaloso es el coste de la intervención:   La pila gratis (reciclada de una vieja batería de un ordenador portátil), el módulo unos 30 céntimos de euro por Aliexpress, así que con todo lo demás (soldadura de estaño, silicona caliente y cinta aislante) no debo haber superado el euro en tener una robusta lámpara de trabajo a la última y, ahora si, fiable en el tiempo.









TRANSFERENCIA DE FOTOS A COLOR - OTRO METODO


Hace unos días vi en Youtube como Steve Martin hacía una transferencia de una foto a color a un tablero.

Yo ya he hecho transferencias en blanco y negro utilizando disolvente, que es lo más sencillo del mundo (podéis ver cómo en mi entrada dedicada a la construcción de unas tapas para timbales), pero esta vez Steve no usaba disolvente, sino que lo hacía directamente, de la hoja a  la madera.

Así que decidí ponerlo en práctica y comprobar si realmente es tan fácil como parece.


Lo primero que hice obviamente fue crear una caja del tamaño necesario para albergar las servilletas, eso no tiene ningún misterio, se utiliza una madera lo más fina posible y nos ceñimos al tamaño de las servilletas que usemos habitualmente.

El truco para estas transferencias es usar páginas de pegatinas, a las que previamente habremos quitado las propias pegatinas, ya que lo que nos interesa es la parte brillante del soporte en el que vienen pegadas.

Una vez que tenemos ese papel brillante, imprimimos sobre él la foto en cuestión.  Al tratarse de un soporte no poroso, la tinta queda fresca sobre la superficie, tal como vemos más abajo.




Así que lo único que hay que hacer es depositar la hoja con la tinta fresca mirando hacia la madera y depositarla sin moverla hacia los lados una vez que toque la madera, ya que de otra forma se correría el dibujo.   Y por fin, pasar un paño por encima del papel para que la tinta fresca termine pintando la madera.




Una a una se van pasando las fotografías que necesitemos.










El último paso es protejer la impresión con barniz, así además de fijar la tinta sobre la madera, elevamos los tonos del color.




Y aquí aprendí algo que no había tenido en cuenta.   Aunque estaba seco al tacto, al pasar el barniz algo de la pintura de la foto se venía detrás de la brocha.   Así que hubiera resultado mucho mejor haber utilizado un barniz en spray, ya que habría evitado este inconveniente.





Y este es el aspecto final del servilletero una vez terminado.  Como he comentado, la técnica es súper sencilla y el resultado me parece muy interesante y versátil.